Una escritora mexicana que se convirtió en un ícono nacional durante las décadas de los 60s y 70s, fue Yolanda Vargas Dulché. Cuenta la historia que en un esfuerzo por fomentar la lectura y aumentar el índice de alfabetización entre el populacho mexicano, se concibió la idea de historias ilustradas semanales que se vendían en los puestos de periódicos y revistas. Publicados por la Editorial Novaro, y bajo la serie de Lágrimas y Risas, estas revistas de 32 páginas, ilustradas como fotonovelas en color sepia, presentaban un capítulo por semana y eran parte vital de la sociedad mexicana. Aquellos que crecimos en México por esa época recordamos con nostalgia aquellos cuentitos que devorábamos en un abrir y cerrar de ojos y nos dejaban con el suspenso de saber que sucedería en el siguiente fascículo. Muchas de estas historias fueron adaptadas a la telenovela y rostros tan famosos como Fanny Cano, Iran Eory, Silvia Pinal y Ana Martín, encarnaron estos fabulosos personajes nacidos de la fértil imaginación de la Sra. Vargas Dulché.
En mi esfuerzo por ser escritora, me encantaría emular a Yolanda Vargas Dulché. En una escritura sencilla, Yolanda Vargas Dulché era capaz de hacernos reír y llorar al mismo tiempo. Sus novelas son legendarias, como Gabriel y Gabriela, la historia de una pequeña que crece con el abuelo en un puerto pesquero y al llegar a la adolescencia se disfraza de hombre para recorrer los siete mares; es contratada (como hombre) para servir de secretario personal de un rico empresario del cual por supuesto, termina enamorándose, no sin antes pasar por un sinfín de aventuras y situaciones comprometedoras. En ¿Quién?, la protagonista sufre un accidente que la deja con amnesia absoluta y la seguimos de cerca en su búsqueda por encontrar su verdadera identidad. Yesenia cuenta la historia de una joven quien de recién nacida fue entregada por su propio abuelo a un grupo de gitanos. El abuelo, hombre rico y orgulloso, actuó impulsivamente ante la vergüenza de ver a su hija convertida en madre soltera y después pasa el resto de su vida arrepentido por sus actos.
Pero el mejor cuento de todos, el que nunca llegó a la televisión, es el de Memín Pingüin, un negrito que vive en una vecindad con su mamá Eufrosina, quien lava ropa ajena para ganarse la vida. Memín tiene su palomilla de tres amigos, Ernesto, Ricardo y Carlangas y constantemente se meten en problemas y resuelven misterios. Seguí a Memín Pingüín por varios años, y el niño siempre cursaba quinto o sexto grado. Él nunca creció aunque nosotros, sus fieles lectores, nos fuimos a la secundaria, terminamos nuestras carreras, nos casamos y ahora nuestros hijos ya están mas grandes que el negrito famoso de la ciudad de México.
Gracias Sra. Vargas Dulché por haber compartido su imaginación con sus lectores, y sí desde el cielo, le dejaran arrojar un poquito de su talento por el borde de las nubes, avíseme, ¡que espero me toque un poco!
En mi esfuerzo por ser escritora, me encantaría emular a Yolanda Vargas Dulché. En una escritura sencilla, Yolanda Vargas Dulché era capaz de hacernos reír y llorar al mismo tiempo. Sus novelas son legendarias, como Gabriel y Gabriela, la historia de una pequeña que crece con el abuelo en un puerto pesquero y al llegar a la adolescencia se disfraza de hombre para recorrer los siete mares; es contratada (como hombre) para servir de secretario personal de un rico empresario del cual por supuesto, termina enamorándose, no sin antes pasar por un sinfín de aventuras y situaciones comprometedoras. En ¿Quién?, la protagonista sufre un accidente que la deja con amnesia absoluta y la seguimos de cerca en su búsqueda por encontrar su verdadera identidad. Yesenia cuenta la historia de una joven quien de recién nacida fue entregada por su propio abuelo a un grupo de gitanos. El abuelo, hombre rico y orgulloso, actuó impulsivamente ante la vergüenza de ver a su hija convertida en madre soltera y después pasa el resto de su vida arrepentido por sus actos.
Pero el mejor cuento de todos, el que nunca llegó a la televisión, es el de Memín Pingüin, un negrito que vive en una vecindad con su mamá Eufrosina, quien lava ropa ajena para ganarse la vida. Memín tiene su palomilla de tres amigos, Ernesto, Ricardo y Carlangas y constantemente se meten en problemas y resuelven misterios. Seguí a Memín Pingüín por varios años, y el niño siempre cursaba quinto o sexto grado. Él nunca creció aunque nosotros, sus fieles lectores, nos fuimos a la secundaria, terminamos nuestras carreras, nos casamos y ahora nuestros hijos ya están mas grandes que el negrito famoso de la ciudad de México.
Gracias Sra. Vargas Dulché por haber compartido su imaginación con sus lectores, y sí desde el cielo, le dejaran arrojar un poquito de su talento por el borde de las nubes, avíseme, ¡que espero me toque un poco!
Bertha
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