Congreso de poesía hispánica

La semana pasada estuve en la Universidad de Virginia asistiendo a un congreso de poesía. A diferencia de otros congresos académicos hubo en éste, además de las ponencias de los críticos, una serie de lecturas de poetas españoles e hispanoamericanos que me hicieron pensar en la energía y vitalidad que tiene la poesía en nuestra lengua. Había allí, juntos bajo un mismo techo, una veintena de poetas con obra publicada. Todos leyeron y el público gozó de horas de lecturas casi ininterrumpidas.

Un detalle relacionado con el congreso fue conocer en una recepción al Vice Rector de Investigación de la Universidad de Virginia, un médico argentino dedicado a la investigación genética, quien leyó un estupendo cuento. Como tantos otros, este científico y administrador es un escritor y sabe del gozo de usar las palabras estéticamente y, sabe también de las dificultades de encontrar tiempo para escribir.

Fue un encuentro iluminador e inspirador. La literatura tiene una fuerza irresistible y quien la adopta como una forma de expresarse no puede sino sacrificarse por cumplir con ella.

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Mis papeles se amontonan sobre el escritorio y mi vida es un torbellino de actividades alrededor de las necesidades de mis hijos. Me falta tiempo para vivir.
Ayer pasé buena parte de la mañana con la más chica, en una audición para formar parte de la sinfónica juvenil regional.

El corazón me da un vuelco cuando veo a esos jóvenes, llenos de energía y sueños, con el futuro por delante concentrados en su música, practicando, haciendo un esfuerzo por alcanzar una nueva meta. Pienso en mi otro hijo, a punto de graduarse de la preparatoria, con un futuro prometedor.

Observo a los padres, hombres y mujeres de edad mediana, vestidos de prisa en pantaloneras, desaliñados, cansados por las prisas de la vida, con café y celular en mano y un libro para hacer la espera más llevadera. Esto padres, incluyéndome a mí, fuimos también aquellos adolescentes con todo el tiempo del mundo, la vida por delante y un futuro prometedor.

Si pudiéramos hacer que el tiempo marchara atrás y retrocediera 25 años, 30 años, hasta que fuéramos otra vez nosotros los adolescentes, ¿Haríamos las cosas diferentes? ¿Utilizaríamos ese tiempo infinito para desarrollar nuevas habilidades? ¿Estudiaríamos más música, leeríamos más libros, participaríamos en más deportes, estudiaríamos una carrera diferente? Quizá seríamos los mismos adolescentes indolentes que fuimos, pues estos mismos niños que observé, practicando con tanta energía, son los mismos que pasarán tres horas en el teléfono con sus amigos y otras tantas frente al computador. Con toda la vida por delante, la forma en que ocupan su tiempo, recurso inagotable a esa edad, no es una prioridad.

Reflexiones de Berta

P.D. Mi hija pasó la audición, y yo terminé de leer un libro.

SALUDOS, SALUDOS!!!

Queridos compañeros, los he tenido en mi mente y he tenido el deseo de abrir el blog, pero la locura de éstas últimas semanas (o meses) no me lo ha permitido. Una de las razones es que es difícil para mí escribir una sola línea y no puedo parar. A veces eso es lo que me detiene por que se que dispongo de unos cuantos minutos nada más.

Me parecen muy interesante sus comentarios y pronto voy a contestar las preguntas de Berta. Por lo pronto les comparto que hoy me divertí de lo lindo me vestí de mujer vampiro y fui a la presentación de varias películas de corto metraje celebrando el día de Halloween, acompañe a Mary Harder (Independent Film Maker), conocí mucha gente. Entre ayer y hoy conocí 4 o 5 personas que quieren ser parte de nuestro grupo de escritores.

Me despido y antes de que se me olvide el Lunes 5 de Noviembre es nuestra junta en B&N de De Zavala 7:00 pm. Voy a enviar el correo. Espero verlos y disfrutar de su compañía.
GRACIAS POR SU ENTUSIASMO Y PARTICIPACION!!!
Martha