Sunday, November 30, 2008

Una nueva entrada


Hacía tiempo que estaba por poner algo en este blog, pero en mi desorden y con mi mala memoria se me olvidó cómo entrar y escribir. Por suerte Andrés oyó mis llamadas de ayuda y al fin he podido entrar y poner algo para que sepan que estoy todavía en este mundo.

Poca actividad tiene este blog, tal vez porque no esté aportando lo que se esperaba de él. O porque no se le haya encontrado el uso adecuado.

Últimamente he estado usando el internet más de lo que solía hacerlo y estoy absolutamente fascinado por las posibildades que ofrece, pero también me abruma, por lo mismo. Tal vez a todos nos pasa algo similar y por eso no acudimos a este lugar del encuentro. Es mucho lo que ya se tiene entre manos para imponerse más obligaciones.

Hay tal cantidad de información, tal variedad de instrumentos de comunicación, tal riqueza de técnicas de uso en la red que uno se paraliza de indecisión. Como el niño que en la dulcería no sabe qué elegir y lo quisiera todo, incluso lo que no está a la vista y supone mejor que lo que se ofrece abiertamente, así se siente uno de confundido y deseoso.

Ante tanta riqueza y variedad no queda más que reconocer las limitaciones propias del ser en el tiempo y admitir que haga lo que uno haga no puede pretender tenerlo todo. Esto no sólo se aplica al universo infinito de la red sino a toda experiencia personal. Somos billones de personas en el mundo y sólo podemos conocer unas cuantas y tratar a unas pocas. Ls libros son incontables y no hay quien pueda leerlos todos. Sabe uno que hay miles de ellos que uno jamás podrá leer, como no podrá jamás oir toda la mejor música que se haya escrito. Y así con todo lo que se tiene a mano. Hay un plato maravilloso que nunca probaremos.

La red nos enseña a ser humildes y reconocer nuestra capacidad limitada. Una vez que se tiene esto bien asumido sólo queda seleccionar dentro de lo que se conoce aquello a lo que le dedicaremos atención, tiempo y cariño. Cada cual tiene su familia y sus amigos, de los que se siente feliz y a quienes aprecia como insustituíbles. De la misma manera, cada cual tienes sus actividades preferidas, sus libros que lee con placer, sus blogs que consulta o que escribe.

Se esperaría que quienes nos hemos interesado en organizarnos como grupo y hemos querido tener este blog le dedicaríamos algunas horas regularmente. No lo he hecho, ni me atrevo a comprometerme a hacerlo porque son muchas las obligaciones y los intereses que me piden dedicarles tiempo.

Así, hace ya mucho que no asisto a las reuniones vespertinas ni participo en las actividades del grupo. Creo que, siguiendo mi consejo de seleccionar aquello que uno puede abarcar, he hecho lo adecuado. No por eso dejaré de escribir de cuando en cuando en este lugar, donde se podría producir el diálogo.

Después de un mes en que me esforcé por escribir diariamente un número determinado de palabras he comprendido algo que sabía de siempre pero que olvidaba a propósito: para ser escritor hay que escribir, y hacerlo sistemáticamente viarias horas al día. Dos mil palabras no se escriben en una hora.

Alguna vez le oí decir a un escritor famoso, al que se le preguntó si se inspiraba para escribir y cómo y cuando escribía, que no creía en la inspiración sino en el trabajo regular y sistemático, que el escritor era algo así como diez por ciento de inspiración (que la hay y es necesaria) y que el resto, el noventa por cierto era posaderas: sentarse a trabajar y trabajar.

No hay que olvidarse de esos porcentajes cuando uno distribuye su tiempo entre sus obligaciones de simple sobreviviente en la sociedad que depende del dinero y las a veces más exigentes obligaciones de escribir.

Sea este blog parte de estas segundas.
S. Daydí-Tolson